Fernando Fazzolari

Exposiciones

Vida de Perro

Galería Alvaro Castagnino

1998

 VIDA DE PERRO

Galería Alvaro Castagnino

1998

 

 

UNOS CUANTOS PERROS PINTADOS

Fernando Fazzolari

Publicado en La Voz del Bajo, No. 52, octubre de 1998

 

Como ser frente a uno mismo tal si fuera otro, otra obra, otro cuerpo, otra historia. Distenderse y disfrutar de la ensoñación que nos ofrece un cuerpo dispuesto a ser objeto de la mirada y asociar, simbolizar y buscar dentro mío aquellos espacios que reverberan en la obra de otro.

No es el caso, se me pide que sea yo mismo quien exponga lo expuesto desde otro orden. Desnaturalizar, dicen, objetar lo que se da por sentado, desconstruir. Tratar de comprender, ver lo pintado, escuchar lo que farfullan las formas, aprender, poder extrañarse de aquello que vemos de nosotros mismos, de nuestro propio extraño.

Un perro, ese uno mismo que nos acompaña, intentar convivir con su alteridad, verlo en el lugar que es el propio.

Quiebra, ser lo que no llego a ver, ser lo que cargo de mí, mi espalda, lo mío en lo otro, autorretratos ajenos de mí mismo.

Wang Fo desapareció del jade imperial remando en su mar de añil. Permanecer es alejarse, desmaterializarse en el objeto de la mirada o en el del amor.

Un larguísimo relato de miradas, ser siendo diferentes cosas a partir del curso de las diferentes cosas a partir del curso de las formas, hoy perros, ayer poetas, mañana no sé.

Y qué decir entonces de un perro, de una jauría de cuadros. Qué decir de López, del perro de López, acompañándolo en su último viaje, sentado en el muelle, el río en las rodillas, esperando el agua final.

Disfrutar de la materia, de la transparencia y dudar muchas veces de estar pintando perros o a uno mismo.

Preguntarse si hacer una muestra no es en esta época otra manera de meterme el perro, engañarme e insistir en la pintura.

¿ Por qué no ?. Tal vez en esa persistencia de lo inútil se encuentre alguna respuesta. El perro, el cepillo y la locura del simulacro. Esto no es un perro, tampoco un cepillo ¿ viste cómo nos engañamos, pichicho ?

 


 

LADRAN... FERNANDO, LADRAN !

Alfredo Saavedra

 

Hay patronímicos que designan a la cosa que nombran; hábitat-casa-cucha. Otros, que delatan a las personas que otorgan identidades a las que nombran, recurriendo a la metáfora, esa figura inagotable de la creación humana, y otros se extravían, no en la polisemia del lenguaje que hace de él la poesía, sino al borde de la imbecilidad que todo lo confunde y aún así parece humano.

Cómo se puede llamar a un bicho feo, con el nombre de una bella, tierna, dulce y perfumada flor, tan emblemáticamente cantada por los... poetas. Que se sepa; los jazmines no hacen caca. ¿Cómo se puede llamar a una noble bestia... de policía? Contracara de la metáfora (uso no exclusivo de los poetas) esa que usa –se crea- se apropia, la lengua, el habla de la plebe digo, que encuentra su precisa designación en sus significados: vida, ésta, puta vida, como de perro, el de la calle, el desamparado, el muerto de hambre, el apaleado, al que lo espantan y lo corren arrojándole piedras. A ese perro: el amigo del hombre.

Cierto es; que hay otros; porque el hombre necesita sentirse –saberse en su incompletud, menos solo, y se buscan y se encuentran y se van, se pertenecen, se hacen par. Y si se muere antes uno, el otro se muere al poco tiempo, de seguro, por la falta porque uno u otro; el hombre o la bestia no pueden tolerar. No saben elaborar el duelo racional y entonces no se soporta la ausencia especular del otro. Y no hay sustituto porque es único –exclusivo- singular.

Hay otros; de hombres y de perros hablo, que de tan vivos, ladran y en su ladrar amenazan con morder y muerden hasta el desgarro, hasta hacer doler, para recontraconfirmar la vida por la sobrevivencia, por su celo, por su defensa, por hacerse respetar, y lo hacen bien. Hasta con dignidad. Como poner en claro, muy en claro, que así no se trata a un hombre –o a un animal, así de igual. Entonces el hombre que hay en él, no es dueño, ni patrón.

Y porque busca su réplica en la

imagen –reenvío

Y espejo de sí –se encuentra, en

el compañero del alma.

Y hace perros... se recrea en ese

ser (sujeto existencial)

Y hay perros de: cerámica

perros de: peluche

perros de: pvc

perro andaluz

perro de Hamsun

perro Santillán

perro de “il Canaletto”

perro de Velázquez

perro de Goya

perro de Bacon

Fazzolari hace perros; sin distinción taxonómica de raza –porte-pedrigué-pelaje-procedencia-nombres-diminutivos. No tienen, correas-bozales-patentes-cuchas; no.

Son perros libres, que hacen su vida de perros; están en pena, aman expuestos, para que se sepa cuan humanos son, también están solos y aunque ladren, a uno le excitan las ganas de tenerlos con uno, en casa. A los perros de Fazzolari digo, a los pintados por él. Porque entre esos perros con olor a la esencia de la perenne trementina, hacen el medium –entre el perro y el hombre, para que el arte nos ligue con la vida.

Guau, Fer, ladran, sigamos cabalgando.