Fernando Fazzolari

Exposiciones

La Baba Rosa

GalerĂ­a Arte Nuevo

1986

PROLOGO

 

UN PLASTICO CUYA LABOR SE EMPARENTA ESTRECHAMENTE CON EL ARTE ESCENICO

 

LA PINTURA Y EL PINTOR COMO INTERPRETE,

SEGÚN FAZZOLARI

 

En la galería Arte Nuevo. Balcarce 1016 – inaugurará el 3 de octubre una exposición de sus últimas obras Fernando Fazzolari. El artista, uno de los exponentes de la plástica argentina ubicable dentro del grupo de La Nueva Imagen, expresa en esta nota su personal enfoque de la pintura.

 

El próximo 3 de octubre en la Galería Arte Nuevo, Balcarce 1016, en San Telmo, inaugurará una muestra de sus obras Fernando Fazzolari titulada La baba rosa, la cual, según el pintor, es “una serie de pinturas que rescatan desde la memoria el camino del dolor y la identidad perdida en un marco donde lo teatral cobra gran importancia ya que es en la escena de sus obras donde el pintor y el espejo – esa imagen arbitraría y confusa del “si mismo” luchan por separar aquello que le pertenece a cada uno”.

 

La mención de lo teatral no es fortuita en el caso de Fazzolari, quien ya ha intervenido en obras en las que diseño la escenografía y aún, en algunos casos, parte del vestuario, como en la celebrada Magdalena del Ojón de Emeterio Cerro. “Lo teatral me resulta fascinante – explica -, tengo amor por el teatro. En los últimos tiempos se está dando un fenómeno  (quizás por el momento marginal que se vive) en que se interrelacionan varias disciplinas, entre ellas el teatro, la poesía, la pintura y es genera desde hace unos años una interesante y reciproca apropiación de ámbitos. Creo que eso dará lugar a un estilo, una corriente muy rica que dejará huellas en la creación futura”.

 

En cuanto a su obra en general, Fazzolari opina que se lo ubica “Centro de la llamada Nueva Imagen, pero particularmente me siento un consecuente de una gran época de las artes en nuestro país, los años 60 con el Instituto Di Tella y la irrupción de la Nueva Figuración”.

 

Si se le habla de cambios en su pintura, al referirse a su nueva exposición, Fazzolari dice que “en últimas instancia, uno sigue tocando la misma canción toda la vida, las obsesiones permanecen ... quizás cambien de forma de representación pero el objeto tratado termina siendo el mismo”.

 

En anteriores muestras, Fazzolari había mostrado temáticamente una inclinación a lo zoomorfo, mosquitos o cocodrilos agoreros, siniestros pero con una irónica dosis de humor. ¿Y ahora, con La baba rosa? “Es otra vez la misma historia – responde – los picos, las lenguas, los dientes une se alargan y se confunden con “el otro”, a veces es una espejo, desgarrándose y tratando de diferenciarse, haciendo un esfuerzo por reconocer la confusión, es decir, la imagen de uno mismo que no le pertenece”.

 

¿Y por qué “la baba” es rosa? “Porque creo que el rosa en realidad es un color mágico, ya que resume la representación de lo interno, lo visceral y, al mismo tiempo posee el valor de lo ingenuo, cierta representación de lo cotidiano”.

 

Para algunos, llama la antención que Fazzolari presente, al mismo tiempo, obras de gran tamaño junto a obras muy pequeñas. “No es contradictorio – se explaya el artista– ocurre que, en el proceso de ideación- -representación se dan formas muy variadas, hay momentos recoletos, íntimos, personales y de búsqueda hacia adentro en un espacio muy menor. Allí se concentra la idea, el sentimiento... En cuanto a las telas grandes (de más de dos metros de lado, por ejemplo), en alguna forma yo las siento como más teatrales... Así como hay quien canta, yo pinto, en un escenario sin espectadores fijos, dándome con toda la fuerza del interprete, aunque en total soledad”.

 

Y concluye, refiriéndose al movimiento plástico en general en nuestro ambiente: “Creo que estamos por vivir una primavera de las artes y de la cultura. Mi profundo, sincero deseo, es que no nieve, que no nieve”.

 

M.E.C.

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EL ESPEJO

 

óleo de Fernando Fazzolari

 

La trenza azul divide

la espalda verde,

un paño rojo con grandes flores

cubre cintura y glúteos y una sola pierna.

El espejo

(un cielo en tempestad)

refleja un cuerpo blanquecino de mujer rumbera

solo el triángulo púbico cubierto.

El cristal dice blanca

el cuerpo que la enfrenta verdinegra.

 

 Atrás,

pero en el mismo centro,

sus ancas invisibles,

un caballo verde es parte de la escena,

es el verde que falta en el espejo,

es la razón que lo que es, no sea.

 

Horacio Safons

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LIGAMENTOS

 

El goce de pintar y la capacidad de cualidades y sensaciones primarias resaltan en las pinturas de Fernando Fazzolari expuestas en Arte Nuevo, Balcarce 1016.

No es orden de la realidad externa sino el de inconsciente el que impondrá sus leyes, conjugando obsesiones individuales con temores, inquietudes y esperanzas más generales.

 

Discernimos por lo menos dos momentos de una supuesta escatologia  que interroga sobre el destino final del hombre a través de sugestivas claves visuales. En el primero, el primigenio, nos encontramos ligados e identificados por medios aparentemente frágiles  como una baba, prolongación formal de las lenguas de cocodrilo y de los aguijones  de mosquitos de anteriores trabajos; nos vemos en los demás como en un espejo y esta relación espectacular que nos insta a separarnos para construir nuestra identidad hará surgir la escena teatral  como lugar privilegiado  de ese distanciamiento. La decoración densa, asfixiante, ¿qué será acaso una forma precaria de ahogar  los vacíos sin respuesta? El segundo momento, de ascensión, nos conecta con la mitología clásica y con el desciframiento de enigmas.

 

“La baba rosa” título de la muestra rinde homenaje a la nueva figuración de los años sesenta y en particular  atrevas de uno de los trabajos  a Ernesto Deira, recientemente fallecido. La preocupación por el tema  del hombre unida  a la libertad en la composición y en el tratamiento de la materia renueva los logros de aquel grupo erigido en “cabeza de serie” de una imagen pictórica Argentina.

 

Elena Oliveras

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LA BABA ROSA DE FAZZOLARI

 

Las últimas pinturas de Fernando Fazzolari. “La baba rosa, en Arte Nuevo. Balcarce 1016 hasta el 26 de octubre) pueden ser vistas como una topografía, enfoque que permite englobar los componentes de su obra compleja. De hecho, todo lo demás son variables: el espacio, reducido a una somera connotación convencional: el cuerpo, consignado mediante una taquigrafía desgarradora: el color, tropismo abigarrado y revoltoso: la composición, en fin, escenografía que distribuye emociones más que personajes. Una distancia considerable separa esta pintura de sus bestuarios anteriores, de aquellos dipteros y reptiles cuyo denominador común era su voraz sed de sangre.

 

La baba rosa, por supuesto, esta teñida de sangre, y otros efluvios corporales marcan –como caminos- esta topografía, este mapa con sus relieves donde emoción y objeto se contunden. Una bañera es tanto matriz como sarcófago, un espejo, ventana para otra dimensión de la conciencia: las líneas que separan las paredes del piso, horizontes. Así, avanzando un paso – siempre sobre abismo- Fazzolari accede, también a la topología, un analysis situs de la deformación continua, para terminar, tal vez en una tropo-grafía, donde los tropos de la retórica convencional se enriquecen con la figura de la desesperación.

 

Rotular a Fernando Fazzolari –a cualquier otro joven talento local- como perteneciente a una nueva imagen sería ceder a una convención útil, ante todo, para cocineros de “escuelas” o para deslumbrar a visitantes apurados. Lejos de cualquier formula redundante, su pintura es nueva, sin lugar a dudas, y hecha a su imagen: un talento en plena evolución, una obra sin concesiones.

 

Sergio Oldenburg

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FERNANDO FAZZOLARI Y EL DESIERTO TARTARO

 

Estamos de vacaciones plásticas”, confiesa el pintor Fernado Fazzolari, 37 años, economista en sus horas de ocio, a menos que sea al revés. Vacaciones que no le impiden trabajar, y opinar sobre la situación en la pintura en general y en particular. “El verano, para mí, es una época de ideación y de lectura de apuntes y bocetitos y el objeto de preocupación es siempre el mismo”. Se entiende: un carácter visto a través de una pintura.

 

La última muestra de Fazzolari, en octubre pasado, en la galería Arte Nuevo, fue llamativa. Un tema insistente era el espejo como cuadro, el cuadro como espejo para escudrinar “lo que se pierde, lo que se extraña”, dice el pintor.  Una definición de roles, en suma, no quedarse sin imagen. Alicia reaparecida del país de las temibles maravillas.

 

Esa muestra, sin embargo, se llamaba “La Baba rosa”, referencia a esa viscosidad que unía a ciertos personajes. “Una comunicación terrible –reflexiona Fazzolari- la etapa del vinculo”. Por eso, quizás, introdujo un samurai, enfrentándose a la relación con el espejo, a la dicotomía entre lo imaginario y lo real. “Pero el samurai es un fetiche, nunca logra poner las cosas en su lugar”, concluye.

 

De la pintura en general, Fazzolari tiene –también- una visión original. “Es una época rica, efervescente” dice, “desde el Di Tella no hubo igual. Se ha institucionalizado el arte underground, pero sin perder marginalidad”. ´¿Sugiere, entonces que los fronterizos de ayer donstituirán las instituciones de mañana? Fazzolari parece pensar que cambiarán de signo. “Ya basta de permisividad, de actitudes anárquicas” –opina- “ahora hay que hacer algo fúndante”.

 

Pero no todo es positivo. El mercado no existe y, al parecer, el espectador tampoco. “Los territorios se achican”, constata Fazzolari, “los artistas ven a otros artistas: pintan para una mayoría silenciosa de observadores. No se como fuimos a parar a este desierto de tártaros, esperando una invasión que nunca llega. No sólo no se consume pinturas: hay silencio o complacencia, pero no crítica. Eso tal vez se deba a que somos enfermos de personalismos: la obra es uno y criticarla ofende, crea resentidos. No habla, es malo”.

 

Beng Oldenburg