PROLOGO
UN
PLASTICO CUYA LABOR SE EMPARENTA ESTRECHAMENTE CON EL ARTE ESCENICO
LA
PINTURA Y EL PINTOR COMO INTERPRETE,
SEGÚN
FAZZOLARI
En la
galería Arte Nuevo. Balcarce 1016 – inaugurará el 3 de octubre una exposición
de sus últimas obras Fernando Fazzolari. El artista, uno de los exponentes de
la plástica argentina ubicable dentro del grupo de La Nueva Imagen, expresa en
esta nota su personal enfoque de la pintura.
El
próximo 3 de octubre en la Galería Arte Nuevo, Balcarce 1016, en San Telmo,
inaugurará una muestra de sus obras Fernando Fazzolari titulada La baba rosa,
la cual, según el pintor, es “una serie de pinturas que rescatan desde la
memoria el camino del dolor y la identidad perdida en un marco donde lo teatral
cobra gran importancia ya que es en la escena de sus obras donde el pintor y el
espejo – esa imagen arbitraría y confusa del “si mismo” luchan por separar
aquello que le pertenece a cada uno”.
La
mención de lo teatral no es fortuita en el caso de Fazzolari, quien ya ha
intervenido en obras en las que diseño la escenografía y aún, en algunos casos,
parte del vestuario, como en la celebrada Magdalena del Ojón de Emeterio Cerro.
“Lo teatral me resulta fascinante – explica -, tengo amor por el teatro. En los
últimos tiempos se está dando un fenómeno
(quizás por el momento marginal que se vive) en que se interrelacionan
varias disciplinas, entre ellas el teatro, la poesía, la pintura y es genera
desde hace unos años una interesante y reciproca apropiación de ámbitos. Creo
que eso dará lugar a un estilo, una corriente muy rica que dejará huellas en la
creación futura”.
En
cuanto a su obra en general, Fazzolari opina que se lo ubica “Centro de la
llamada Nueva Imagen, pero particularmente me siento un consecuente de una gran
época de las artes en nuestro país, los años 60 con el Instituto Di Tella y la
irrupción de la Nueva Figuración”.
Si se le
habla de cambios en su pintura, al referirse a su nueva exposición, Fazzolari
dice que “en últimas instancia, uno sigue tocando la misma canción toda la
vida, las obsesiones permanecen ... quizás cambien de forma de representación
pero el objeto tratado termina siendo el mismo”.
En
anteriores muestras, Fazzolari había mostrado temáticamente una inclinación a
lo zoomorfo, mosquitos o cocodrilos agoreros, siniestros pero con una irónica
dosis de humor. ¿Y ahora, con La baba rosa? “Es otra vez la misma historia –
responde – los picos, las lenguas, los dientes une se alargan y se confunden
con “el otro”, a veces es una espejo, desgarrándose y tratando de diferenciarse,
haciendo un esfuerzo por reconocer la confusión, es decir, la imagen de uno
mismo que no le pertenece”.
¿Y por
qué “la baba” es rosa? “Porque creo que el rosa en realidad es un color mágico,
ya que resume la representación de lo interno, lo visceral y, al mismo tiempo
posee el valor de lo ingenuo, cierta representación de lo cotidiano”.
Para
algunos, llama la antención que Fazzolari presente, al mismo tiempo, obras de
gran tamaño junto a obras muy pequeñas. “No es contradictorio – se explaya el
artista– ocurre que, en el proceso de ideación- -representación se dan formas
muy variadas, hay momentos recoletos, íntimos, personales y de búsqueda hacia
adentro en un espacio muy menor. Allí se concentra la idea, el sentimiento...
En cuanto a las telas grandes (de más de dos metros de lado, por ejemplo), en
alguna forma yo las siento como más teatrales... Así como hay quien canta, yo
pinto, en un escenario sin espectadores fijos, dándome con toda la fuerza del
interprete, aunque en total soledad”.
Y
concluye, refiriéndose al movimiento plástico en general en nuestro ambiente:
“Creo que estamos por vivir una primavera de las artes y de la cultura. Mi
profundo, sincero deseo, es que no nieve, que no nieve”.
M.E.C.
___________________________________
EL
ESPEJO
óleo de
Fernando Fazzolari
La
trenza azul divide
la
espalda verde,
un paño
rojo con grandes flores
cubre
cintura y glúteos y una sola pierna.
El
espejo
(un
cielo en tempestad)
refleja
un cuerpo blanquecino de mujer rumbera
solo el
triángulo púbico cubierto.
El
cristal dice blanca
el
cuerpo que la enfrenta verdinegra.
Atrás,
pero en
el mismo centro,
sus
ancas invisibles,
un
caballo verde es parte de la escena,
es el
verde que falta en el espejo,
es la
razón que lo que es, no sea.
Horacio
Safons
____________________________________
LIGAMENTOS
El goce
de pintar y la capacidad de cualidades y sensaciones primarias resaltan en las
pinturas de Fernando Fazzolari expuestas en Arte Nuevo, Balcarce 1016.
No es
orden de la realidad externa sino el de inconsciente el que impondrá sus leyes,
conjugando obsesiones individuales con temores, inquietudes y esperanzas más
generales.
Discernimos por lo menos dos momentos de una supuesta
escatologia que interroga sobre el
destino final del hombre a través de sugestivas claves visuales. En el primero, el primigenio, nos
encontramos ligados e identificados por medios aparentemente frágiles como una baba, prolongación formal de las
lenguas de cocodrilo y de los aguijones
de mosquitos de anteriores trabajos; nos vemos en los demás como en un
espejo y esta relación espectacular que nos insta a separarnos para construir
nuestra identidad hará surgir la escena teatral
como lugar privilegiado de ese
distanciamiento. La decoración densa, asfixiante, ¿qué será acaso una forma
precaria de ahogar los vacíos sin
respuesta? El segundo momento, de ascensión, nos conecta con la mitología
clásica y con el desciframiento de enigmas.
“La baba
rosa” título de la muestra rinde homenaje a la nueva figuración de los años
sesenta y en particular atrevas de uno
de los trabajos a Ernesto Deira,
recientemente fallecido. La preocupación por el tema del hombre unida a la libertad en la composición y en el
tratamiento de la materia renueva los logros de aquel grupo erigido en “cabeza
de serie” de una imagen pictórica Argentina.
Elena
Oliveras
_________________________________
LA BABA
ROSA DE FAZZOLARI
Las
últimas pinturas de Fernando Fazzolari. “La baba rosa, en Arte Nuevo. Balcarce
1016 hasta el 26 de octubre) pueden ser vistas como una topografía, enfoque que
permite englobar los componentes de su obra compleja. De hecho, todo lo demás
son variables: el espacio, reducido a una somera connotación convencional: el
cuerpo, consignado mediante una taquigrafía desgarradora: el color, tropismo
abigarrado y revoltoso: la composición, en fin, escenografía que distribuye
emociones más que personajes. Una distancia considerable separa esta pintura de
sus bestuarios anteriores, de aquellos dipteros y reptiles cuyo denominador
común era su voraz sed de sangre.
La baba
rosa, por supuesto, esta teñida de sangre, y otros efluvios corporales marcan
–como caminos- esta topografía, este mapa con sus relieves donde emoción y
objeto se contunden. Una bañera es tanto matriz como sarcófago, un espejo,
ventana para otra dimensión de la conciencia: las líneas que separan las
paredes del piso, horizontes. Así, avanzando un paso – siempre sobre abismo-
Fazzolari accede, también a la topología, un analysis situs de la deformación
continua, para terminar, tal vez en una tropo-grafía, donde los tropos de la
retórica convencional se enriquecen con la figura de la desesperación.
Rotular
a Fernando Fazzolari –a cualquier otro joven talento local- como perteneciente
a una nueva imagen sería ceder a una convención útil, ante todo, para cocineros
de “escuelas” o para deslumbrar a visitantes apurados. Lejos de cualquier
formula redundante, su pintura es nueva, sin lugar a dudas, y hecha a su
imagen: un talento en plena evolución, una obra sin concesiones.
Sergio
Oldenburg
________________________________________
FERNANDO
FAZZOLARI Y EL DESIERTO TARTARO
Estamos
de vacaciones plásticas”, confiesa el pintor Fernado Fazzolari, 37 años,
economista en sus horas de ocio, a menos que sea al revés. Vacaciones que no le
impiden trabajar, y opinar sobre la situación en la pintura en general y en
particular. “El verano, para mí, es una época de ideación y de lectura de
apuntes y bocetitos y el objeto de preocupación es siempre el mismo”. Se
entiende: un carácter visto a través de una pintura.
La
última muestra de Fazzolari, en octubre pasado, en la galería Arte Nuevo, fue
llamativa. Un tema insistente era el espejo como cuadro, el cuadro como espejo
para escudrinar “lo que se pierde, lo que se extraña”, dice el pintor. Una definición de roles, en suma, no quedarse
sin imagen. Alicia reaparecida del país de las temibles maravillas.
Esa
muestra, sin embargo, se llamaba “La Baba rosa”, referencia a esa viscosidad
que unía a ciertos personajes. “Una comunicación terrible –reflexiona
Fazzolari- la etapa del vinculo”. Por eso, quizás, introdujo un samurai,
enfrentándose a la relación con el espejo, a la dicotomía entre lo imaginario y
lo real. “Pero el samurai es un fetiche, nunca logra poner las cosas en su
lugar”, concluye.
De la
pintura en general, Fazzolari tiene –también- una visión original. “Es una
época rica, efervescente” dice, “desde el Di Tella no hubo igual. Se ha
institucionalizado el arte underground, pero sin perder marginalidad”.
´¿Sugiere, entonces que los fronterizos de ayer donstituirán las instituciones
de mañana? Fazzolari parece pensar que cambiarán de signo. “Ya basta de
permisividad, de actitudes anárquicas” –opina- “ahora hay que hacer algo
fúndante”.
Pero no
todo es positivo. El mercado no existe y, al parecer, el espectador tampoco.
“Los territorios se achican”, constata Fazzolari, “los artistas ven a otros
artistas: pintan para una mayoría silenciosa de observadores. No se como fuimos
a parar a este desierto de tártaros, esperando una invasión que nunca llega. No
sólo no se consume pinturas: hay silencio o complacencia, pero no crítica. Eso
tal vez se deba a que somos enfermos de personalismos: la obra es uno y
criticarla ofende, crea resentidos. No habla, es malo”.
Beng Oldenburg