Fernando Fazzolari

Exposiciones

ADN en el mar

A Pascal Quignard, Gaston Bachelard, cercanos.

2017

 
A Pascal Quignard, Gaston Bachelard, cercanos.
 
Dice uno, “a lo que el mar dejaba como un dejo en la franja de la playa con cada nueva marea se le decía el camino de Dios”
Las mareas dejan sobre la playa lo que el mar nos devuelve.
Dejan un dejo.
En las aguas profundas, “en el seno de un reposo eterno, todo un valle se ahonda y se oscurece, ganando una insondable profundidad para sepultar toda la desdicha humana, para convertirse en la patria de la muerte humana.” Dice el otro.
La costa de arena recibe la caricia de las olas, suaves según los vientos, furiosas según los vendavales, y en ese “irvenir” sobre la piel de la costa deja cada vez la seña instantánea de un tejido de espuma irrepetible. 
Telarañas del infinito, textos del origen.
Tan combinado y único como la esencia biológica de las especies.
En esa membrana mutable, frágil y dinámica encallan los recuerdos de todos los que desde siempre descansan eternos en las burbujas de su estela.
Los que han caído del cielo, los que caminaron hasta no hacer más pié, los que perdieron sus sueños en una travesía mítica, y tantos otros. Están allí. 
La noche sueña en el mar las sombras de mis días.
En la claridad de las noctilucas, bajo la caja de estrellas, islas del cielo. 
Semillas de la noche, las estrellas caídas sobre el rio calmo, brotarán en sol tal vez o serán alimento de algún moncholo albino.
 
 Mar,
Negro mar,
Narciso de estrellas.
 
 

Gracias por su tolerancia.


Auspicio: Barraca Vorticista