Fernando Fazzolari

Instalaciones

Bajo Esta Luz

Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires 1994

1994

 por Jorge Glusberg

 

Desde hace más de un lustro, las obras pictóricas de Fernando Fazzolari destilan una espiritualidad de ascendencia religiosa pluralista. Bajo esta luz, la instalación que ha montado, aplica tales sentidos a una visión del mundo de hoy, tiranizado por el dominio massmediático, con su uniformidad cosificadora, su desdén por el candor y la duda, lo sobrenatural y lo subjetivo, su rechazo de toda inmanencia y toda trascendencia en términos filosóficos y teológicos.

Tres jaulas cúbicas, insertas una dentro de otra, forman un espacio cuadrado. Las paredes de cada jaula son, por cierto, de alambre tejido; el piso es de tierra y otros elementos orgánicos. Dentro de las celdas, pequeños ángeles sepultan juguetes, incuban huevos de oro, se alumbran con estrellitas navideñas, recogen la luz divina en un espejo, trepan por las alambradas para mirar más allá, inútilmente, porque están ciegos. Pero la luz divina que los ha enceguecido no es sino aquella que emana de un televisor en funcionamiento (sin señal) ubicado al tope de una cuarta  aula -en rigor, una columna de cuatro niveles-, sita en el centro de la instalación. Los rayos catódicos iluminan también las paredes de vidrio del tercer nivel (las del primero y el segundo son de alambre tejido), que simbolizan las páginas en blanco de libros futuros, cuyos textos aún no han sido escritos, porque "bajo esta luz difícilmente se pueda pensar" y "sólo Alá conoce la forma en que las letras se ordenarán ...”

 
 


 

Alguna luz ilumina metálicamente las páginas de vidrio

de presentes y futuros libros.

Libros inciertos, sin el aliento de los folios al hojearse,

sin la caricia simbólica del plomo en las pupilas,

ausentes de todo reposo para el ojo en la letra.

Sepultada la muerte,

desfallece la creación,

el juego,

el tiempo,

la memoria.

Y la catódica luz se extiende hasta la ceguera.

Sólo Dios sabe

si alguna forma

se ordenará tras ella.